Bárbara Daniela Ibarra
Caricaturas de ayer y hoy
Este texto lo dedico a mis hijas, porque ellas lograron que vuelva a conectar con mi niña interior.
En el año 1999, cuando el país pasaba una crisis económica, cuando todavía no se hablaba de la desconstrucción, inclusión social y mucho menos de la corrección política y para colmo se nos venía un supuesto fin del mundo, (En ese entonces contaba con 9 años y mi única preocupación era mi Tamagochi que siempre se moría porque no le dedicaba el tiempo suficiente y no sabía cómo hacer para alargar su existencia) volvía corriendo del colegio para sentarme frente a la tele y ver mis series favoritas. El anime en los 90 fue un boom, el 80% de lo que consumía era de este género y crecí con muchísimas series, pero hubo muy pocas que con el pasar el tiempo se hicieron un lugar en mi corazón por distintas razones. Digimon Adventure (Digimon: Digital Monsters) es una de ellas. Esta serie que estaba dirigida al público infantil nació a partir del furor de Pokemón, la cual generó series similares tratando de repetir la misma fórmula para lograr el mismo éxito, pero con el tiempo quedaron en el olvido.
La historia se centra en siete niños de Japón, que son transportados al Mundo Digital después de encontrar unos Digivice y ser arrastrados por una "gran ola", llegando así a la Isla File (Isla archivo). Allí encuentran a sus compañeros Digimon, y con su ayuda, aprenderán a sobrevivir pese a las adversidades de estar en un mundo desconocido. Conforme avanza la serie, descubren que son los Niños elegidos. A mitad de la serie se integra el octavo niño elegido con su Digimon. Los 8 niños tendrán que luchar contra las fuerzas de la oscuridad que quieren apoderarse del mundo digital y el mundo real. Curiosamente el número 8 está considerado como el número de la justicia y de la equidad.
Cada uno de estos niños va a acarrear miedos, culpas, inseguridades, sobre exigencias, vanidades, problemas cotidianos (divorcio de los padres, familias disfuncionales o hasta enterarse de que en realidad los que dicen ser sus padres biológicos no lo son).Ellos tendrán que enfrentar estar a la intemperie, en algunas ocasiones pasar hambre, estar totalmente carentes de la protección de sus padres y su zona de confort, estar rodeados del peligro constante y no solo enfrentarse a grandes enemigos sino también a sus propios miedos y frustraciones.
En esa época no era muy común hablar estos temas, no estaban asimilados del todo por la sociedad y a través de estas series lográbamos una identificación directa con los personajes. Era una distención el acompañarlos a la aventura, en su crecimiento y maduración, así como lo hacíamos nosotros también uniéndonos a su experiencia por el mundo digital con los Digivices, los emblemas y los Digimons que eran criaturas asignadas a cada uno de los niños elegidos. A medida que van resolviendo y aceptando sus conflictos y miedos van a lograr que sus Digimon evolucionen. Si ellos fuerzan esa evolución sin poder resolver sus problemas internos esta puede suceder, pero de manera maligna, como pasa en un capítulo con Agumon (Digimon asignado a Tai, líder del grupo): él evoluciona a SkullGreymon que es un Digimon destructivo e incontrolable que se produce cuando se induce a Greymon evolucionar incorrectamente.
Ellos van a tener que afrontar varios problemas, hacerse de sí mismos, cada villano pareciera no tener piedad o una pisca de bondad, cada uno de ellos va a ser más poderoso y pareciera que nuestros protagonistas la van a quedar en cualquier momento. Incluso van a tener una experiencia muy cercana a la muerte por primera vez al igual que la mayoría de los espectadores infantiles. El mejor ejemplo es la muerte de Pumpkinmon y Gotsumon que nos dejó un mal sabor de boca por el hecho de que son dos personajes totalmente inocentes sin una sola pisca de maldad y lo único que quieren es divertirse y hacer travesuras. La muerte de estos dos personajes nos marca de la peor manera, dándonos a entender que los villanos realmente son villanos sin compasión, culpa o resentimientos.
Curiosamente en este capítulo vamos a ver profundamente la relación de T.K y Matt, dos hermanos que tras el divorcio de sus padres son separados. Ellos a partir de una discusión (que se va a dar dentro de un subte, símbolo de transición) sentados uno al lado del otro se hablan mirando al reflejo de la ventanilla de enfrente, mostrándonos que en esa conversación están mirando en su interior y haciendo introspección. En determinado momento van a tener que ir en busca de Patamon (el Digimon de T.K) que los llevara a cruzarse con estos dos divertidos personajes que mencione en el párrafo anterior y uniendo fuerzas para enfrentar al villano de turno. Patamon va a esperar cerca de la estatua de Hachiko (símbolo indiscutible de amistad y fidelidad) y en ese momento se va a percatar que su amigo lo necesita, por lo que irá a protegerlo.
Digimon fue estrenada en 1999, y como mencioné antes se especulaba un fin del mundo (por el cambio de siglo) y una supuesta revolución de las maquinas impulsada por el Y2K (No sé si a lo Terminator pero de algo así se hablaba). Estaba ligada a la tecnología que como bien sabemos crece a pasos agigantados. Una película que tocaba el tema pero 2 años después de una manera oscura y pesimista era la aterradora Kairo (2001) de Kiyoshi Kurosawa (No es el Kurosawa de los 7 Samuráis), película japonesa que se centra en fantasmas que invaden el mundo vía Internet. Vamos a ver una mirada muy perturbadora y desoladora, que nos muestra un mundo post apocalíptico donde a partir de esta interacción con los fantasmas vía internet se desencadena una ola de desapariciones y suicidios mundialmente dejándonos con un mal sabor de boca y varias preguntas existenciales.

Con el pasar de los años y ya siendo una mujer adulta, siento que estos mensajes que nos daban estas series se perdieron hoy en día; ya no nos dejan tener una libre interpretación sobre ellos y es mayor la preocupación por cumplir las normas sociales impuestas en la actualidad que contar bien una historia. Esto no quiere decir que esté en contra, más bien que las correcciones políticas actuales son un tanto extremas. Como por ejemplo lo es la serie animada Steven Universe, que constantemente nos da un mensaje explícito, subrayado y reiterativo donde prácticamente no existe una sensación de amenaza y donde todo se resuelve cantando una canción y dándose un abrazo, donde el discurso impuesto de inclusión social te lo chantan en la cara constantemente.
La película de Steven Universe es donde más sentí que tomaban al espectador como imbéciles pasivos: El personaje de Spinel podría haber sino un gran villano, teniendo rasgos de una persona con trastorno Bordelinde, totalmente despechada y sin control sobre sus sentimientos, sedienta de venganza a partir de sufrir el abandono por parte de la madre de Steven y totalmente negada al amor. Incluso en un momento ella alega “No creas que vas a solucionar todo con una cancioncita tonta” y al final vemos como ella se rinde ante esto mismo e incluso termina reemplazando a ese ser amado. Acá no existen personajes con maldad y simplemente el mundo es color rosa, dándonos contantemente un discurso de amor totalmente empalagoso y cursi, denso y reiterativo. Esto da a entender que en dicha serie jamás vamos a ver realmente un villano como los que veíamos antes, como los mencionados en Digimon. Un villano que represente el mal en este mundo. Y créanme que el mal existe, está en todas partes y no se puede vencer solo con el poder de una canción de amor.

Una serie con una acertada visón del mundo sin caer en la corrección política o el discurso empalagoso es Gravity Falls, donde realmente no se preocupan por cumplir estándares impuestos en la sociedad. Al ser una comedia se toma todo más a la ligera, con personajes mucho más simpáticos con los cuales empatizar sean héroes o villanos y los cuales terminan uniéndose para enfrentar un mal superior y más poderoso. Gravity Falls habla sobre la importancia de los vínculos familiares y sobre el amor en general pero jamás olvidando que es una serie divertida, lúdica y principalmente bien contada.

Digimon tuvo también sus cosas malas, pero como decía anteriormente, todavía no estábamos desconstruidos del todo. En un episodio, por ejemplo, donde los únicos dos personajes femeninos del grupo hacen auto stop para que todos puedan ir a un punto necesario, un mayor de edad ofrece llevarlos, el cual constantemente va a hacer comentarios diciendo lo atraído que se siente por estas dos nenas (porque realmente lo son) y denigrando al resto del grupo conformado por varones (No olvidemos que los protagonistas tienen entre 8 y 12 años).
Llegando hacia el final de la serie se van a desatar terribles enfrentamientos, uno de ellos en el mundo real, donde los mismos padres de los niños elegidos van a ser partícipes ayudando a sus hijos a enfrentar ese mal. Ahí es donde los progenitores forjarán fuertes lazos y así deberán confiar en sus hijos. Ellos podrán resolver sus diferencias, asimilar que ya no son niños y que son capaces de afrontar esta y cualquier otra situación.
El último capítulo nos va a regalar una emotiva despedida, donde los niños vuelven al mundo real mediante un vagón de tren (otra vez el símbolo de transición de un mundo a otro), ya realizados y habiendo superado sus conflictos. Se van a ir despidiendo de sus digimons y en ese momento el sombrero de Mimi (accesorio con el que la vamos a identificar toda la serie) va a salir volando dándonos a entender que sueltan su infancia para entrar a una nueva etapa de la vida: la adolescencia.
A pesar de durar alrededor de 50 episodios, casi no existen los capítulos de relleno, cosa que es muy común en varias series de anime (Como el mítico capítulo de Dragon Ball donde los protagonistas aprender a manejar…). Cada episodio logra mantener el interés del espectador centrándose en este grupo de amigos y en profundizar tanto en la vida de ellos como en la de los Digimons, permitiendo así una comprensión y mayor conexión con ellos.
Digimon con el pasar de los años se ha transformado en una serie que abarco varias generaciones y llego a celebrar su 20 aniversario estrenando una nueva entrega en formato de película (Digimon Adventure: Last Evolution Kizuna) donde nuestros protagonistas ya están llegando la adultez y se les presenta un nuevo peligro, pero ya hablare de eso en otro momento.
Hoy puedo decir que dejo una gran huella en mi corazón, me sentí parte de cada aventura y me pude identificar con los personajes en mi infancia. Lograron que todo sea más leve, que me sienta parte de ese increíble grupo de amigos. Digimon nos dejó una clara visión del mundo, para nada obvio o subrayado y el cual nos decía que no importara que tan duro sea el camino o los desafíos si teníamos confianza en nosotros mismos, que podríamos soportar cualquier obstáculo, llegar a nuestras metas y hacerle frente a nuestros miedos e inseguridades. Pero principalmente que no le tengamos miedo a crecer ni a las pérdidas de seres queridos, porque es parte de nuestro ciclo de vida.
“Soñare que habrá un mañana mejor Proteger por quienes sientes amor
Serás cada vez más fuerte así, ya lo veras Romperé mi debilidad de ayer Destruiré el muro que me bloqueo Mi suave latido será esta arma mortal Tienes que confiar”
Brave Heart – Miura Jam (Soundtrack de Digimon Adventure)
